sábado, 23 de marzo de 2013

Kowloon City, la ciudad oscura.

Aunque sus orígenes pueden encontrarse más de mil años atrás en la época de la Dinastía Song (960 – 1279), la imagen que hizo mundialmente famoso a este barrio comienza a construirse a mediados del siglo pasado, cuando el singular estatus jurídico de la zona (un enclave chino inserto en una jurisdicción británica) posibilita que miles de personas comiencen a agruparse en edificios construidos literalmente uno encima del otro teniendo como única restricción el no sobrepasar los 14 pisos de altura para así no interferir en el despegue y aterrizaje de los vuelos del aeropuerto internacional de Hong Kong. Lo demás era libertad total para construir, y eso se materializó en una forma monolítica de 2.6 hectáreas de superficie que a finales de los ochenta alcanzó a albergar a más de 50 mil personas, convirtiéndose en el lugar de mayor densidad habitacional que haya conocido la humanidad. Sólo para ponerlo en perspectiva, una densidad de esa magnitud equivale a colocar toda la población de la Quinta Región en las poco menos de 80 hectáreas del Parque O´Higgins.


Por supuesto que nadie en su sano juicio quisiera revivir el horror urbano de Kowloon City, pero cito el ejemplo después de escuchar a muchos iluminados que repiten sin cesar que el único futuro posible de la ciudad contemporánea es su densificación, como si éste fuera un concepto bueno per se que no supiera de límites ni barreras. Cada vez que alguien dice que lo que hay que hacer en la ciudad es densificar, y si se puede densificar sobre lo ya densificado, no dejo de sentir un cierto escalofrío, porque el poner más gente por hectárea es una tarea relativamente fácil, pero hacer que esta gente viva bien es un reto bastante más difícil, que requiere adaptar la totalidad de la estructura urbana a la condición de vivir compactamente. Quien sube densidades en un plan de desarrollo urbano de la noche a la mañana sin pensar en las consecuencias que esta estrategia puede tener comete una imprudencia cuyos costos son tremendamente difíciles de reparar en el futuro. Kowloon City es sin duda alguna una exageración, pero por algo en el imaginario popular los edificios multifamiliares siguen teniendo una muy mala imagen no sólo en este país, sino en gran parte del mundo, donde se transformaron en sinónimo de hacinamiento y promiscuidad, de rápida decadencia, de vandalismo, de desorden.

Kowloon City tambien fue llamada la ciudad oscura porque fue tanta la densidad de edifícios que la luz del sol no podia llegar a las calles, lo que obligaba a iluminarlas constantemente con luz artificial, no se sabia cuando era de día y cuando de noche. Esto ocasionó problemas a muchos niños por falta de luz solar e incluso se dice que dentro de la ciudad había niños que nunca habían visto la luz del sol ( lo cual personalmente no creo).


Finalmente la ciudad fue destruida para construir una de las partes más modernas de Tokio con modernos edifícios y una tasa de población normal. Así fue como la espelucnante, depravada, atestada y sorprendente ciudad de Kowloon se perdió en el olvido. 








El pequeño hueco en medio de la ciudad es el mercado, es el único lugar donde se podia disfrutar del lujo de la luz solar. 








Esto ha sido todo por hoy muchísimas gracias por leer y seguir mi blog.
Me despido por hoy Iván.




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